En el mundo de la vela hay pocas cosas más puras que la navegación a bordo de un barco clásico. Es el ‘back to basics’ (vuelta a lo básico)que dirían los americanos. Por esto, no es de extrañar que la Marina Militar Italiana tenga a su disposición una envidiable, y sana, flota de barcos clásicos y de época destinados a la formación de jóvenes cadetes.
La Copa del Rey Panerai cuenta este año con la participación de seis embarcaciones: cinco en la categoría de Clásicos (Stella Polare (1965), Capricia (1963), Chaplin (1974), Corsaro II (1960) y Sagittario (1972) , mientras que Gemini (1983) compite en Espíritu de Tradición. Jóvenes marineros vestidos de blanco impoluto circulan por los pantalanes del Club Marítimo de Mahón saludando y cediendo el paso a sus superiores al cruzarse con ellos. Y como guinda de esta inusual estampa en el mundo de las regatas, la patrullera italiana Cassiopea escolta a la flota.
“Nuestra marina cree que la habilidad de un marinero se demuestra al navegar en un barco clásico”, sañala Montella , quien considera que “ lo mejor de la flota de barcos clásicos de nuestra Marina está aquí, en Menorca”. Montella defiende la enseñanza a bordo de un velero clásico porque “la navegación moderna está llena de aparatos y artilugios electrónicos que te facilitan la tarea. Aquí la tripulación se ve obligada a trabajar mano a mano con el barco para sacar el mejor rendimiento posible”.
Al ser barcos escuela militares , la disciplina y jerarquía militar están al orden del día. " El cadete es cadete y el comandante es comandante”, recuerda Montella, quien añade que “ aún así, tenemos una relación muy buena entre jóvenes y veteranos. Somos como una pequeña familia y esta es la mejor forma para transmitir a los cadetes nuestros conocimientos y experiencia”.